- 
                
                
»Pero si hablo, mi dolor no tiene alivio; y si dejo de hablar, ¿qué se ha de ir de mí?
             
                    - 
                
                
Pero ahora Dios me tiene agobiado. Ha desolado toda mi compañía
             
                    - 
                
                
y me ha llenado de arrugas. Mi debilidad responde en mi propia cara; ha venido a ser testigo y se ha levantado contra mí.
             
                    - 
                
                
Su furor me ha despedazado pues me aborrece; contra mí hace crujir sus dientes. Mi adversario aguza su mirada contra mí.
             
                    - 
                
                
Contra mí han abierto su boca; con afrenta han golpeado mis mejillas. A una se han juntado contra mí.
             
                    - 
                
                
Dios me ha entregado a los perversos; me ha empujado a las manos de los impíos.
             
                    - 
                
                
Yo estaba tranquilo pero él me sacudió; me tomó por el cuello y me despedazó. Él me ha puesto por blanco suyo;
             
                    - 
                
                
sus arqueros me han rodeado. Atraviesa mis riñones sin compasión y derrama por tierra mi hiel.
             
                    - 
                
                
Abre en mí brecha tras brecha; contra mí arremete como un guerrero.
             
                    - 
                
                
»He cosido cilicio sobre mi piel y he hundido mi fuerza en el polvo.
             
                    - 
                
                
Mi rostro está enrojecido con el llanto, y sobre mis párpados hay densa oscuridad
             
            
    
    
    
            Continúa después de la publicidad