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Perdidos anduvieron por el desierto, en el sequedal; no hallaron camino hacia una ciudad habitada.
             
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Estaban hambrientos y sedientos; sus almas desfallecían en ellos.
             
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Pero cuando en su angustia clamaron al SEÑOR, él los libró de sus aflicciones.
             
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Los dirigió por camino derecho para que fuesen a una ciudad en que habitar.
             
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¡Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!
             
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Porque él sacia al alma sedienta y llena de bien al alma hambrienta.
             
            
    
    
    
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