Y Rubén fue en los días de la siega del trigo, y halló mandrágoras en el campo, y se las llevó a su madre Lea. Entonces Raquel dijo a Lea: Dame, te ruego, de las mandrágoras de tu hijo.

Rubén fue en los días de la cosecha de trigo, y encontró mandrágoras, [hebreo, duwdaa'iym ( H1736 ); Septuaginta, meela mandragoroon] (cf. Cantares de los Cantares 7:13 ) (Atropa mandragora, Linnoeus), una planta parecida a la Belladona, una raíz parecida a una remolacha, con flores fragantes de un tono blanco y rojizo, que son universalmente creídas por los orientales a poseer la propiedad de ayudar a la concepción.

La literatura sobre este tema es inmensa y las diferentes opiniones sobre la identidad de la planta son demasiado numerosas para ser enumeradas. La siguiente descripción de un viajero de gran inteligencia, así como de amplias oportunidades de observación, puede ser suficiente: "La mandrágora se destaca por sus hojas anchas y sus manzanas verdes. Rubén las recogía en la cosecha de trigo en los campos de Mesopotamia; y es entonces, también, cuando todavía se encuentran maduras y comestibles en las cordilleras más bajas del Líbano y del Hermón, donde las he visto con más frecuencia. La manzana se vuelve de un color amarillo muy pálido, parcialmente blanda, y de un sabor insípido y enfermizo. Se dice que producen vértigo, pero he visto a gente comerlas sin experimentar tal efecto. Los árabes, sin embargo, creen que son estimulantes y estimulan incluso la locura" (Thomson, "Land and Book")..

Verso 15. ¿Es poca cosa que hayas tomado a mi marido? ... Existía una amarga e intensa rivalidad entre Lea y Raquel, tanto más por su estrecha relación de hermanas: y aunque ocupaban aposentos separados con sus respectivas familias, como es costumbre uniforme donde se obtiene una pluralidad de esposas, y el esposo y el padre pasa un día con cada una en sucesión regular, parece que este arreglo no calmó los celos mutuos de las hijas de Labán.

El mal reside en el sistema, el cual, siendo una violación de la ordenanza original de Dios, no puede producir felicidad. 'La experiencia en países polígamos ha demostrado que corren grandes riesgos quienes se casan con dos miembros de una misma familia, o incluso con dos niñas del mismo pueblo o aldea. Las desventajas de tales uniones son bien conocidas. A menudo he sido testigo de las peleas, disputas y celos que surgen en los harenes, donde las varias esposas de un hombre están casi emparentadas entre sí. Cuanto más remota es la conexión o relación entre las mujeres de un harén, más posibilidades parece haber de paz dentro de sus muros” (Miss Rogers, 'Domestic Life in Palestine').

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