Y fue en Jerusalén la fiesta de la dedicación, y era invierno.

Y -o más bien, 'Ahora', como comenzando un nuevo tema,

Era en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Los intérpretes recientes, con pocas excepciones, concluyen, del silencio del evangelista, que nuestro Señor debió permanecer durante todo el intervalo entre la Fiesta de los Tabernáculos y la de la Dedicación, un período de unos dos meses y medio en Jerusalén o su vecindad inmediata. Pero las palabras de apertura de esta sección, "Ahora bien, fue en Jerusalén", etc...implica, pensamos, lo contrario.

Si nuestro Señor permaneció tanto tiempo en la capital en este tiempo, fue ciertamente contrario a su práctica invariable; y considerando cómo la enemistad y la exasperación de sus enemigos llegaban a un punto crítico, no nos parece muy probable. Pero suponer, con algunos armonistas, que nuestro Señor volvió durante este intervalo a Galilea, y que una parte no despreciable del asunto de los tres primeros Evangelios pertenece a este período, nos parece contra toda probabilidad.

Por lo tanto, tomamos un camino intermedio; y pensad que nuestro Señor pasó el intervalo entre las fiestas mencionadas en parte en Perea, dentro de los dominios de Herodes Antipas (donde ciertamente lo encontramos en), y en parte en Judea, acercándose a los suburbios de la capital (donde ciertamente lo encontramos en).

Esta fiesta de la Dedicación se celebraba entre dos y tres meses después de la Fiesta de los Tabernáculos. Fue instituido por Judas Macabeo, para conmemorar la purificación del templo de las profanaciones a las que había sido sometido por Antíoco Epífanes (165 a. C.), y se mantuvo durante ocho días, desde el 25 de Chisleu (alrededor del 20 de diciembre) - el día en que Judas comenzó la primera celebración gozosa de la misma (1Ma 4:52; 1Ma 4:56; 1Ma 4:59, y Josefo Ant. 12:7,7).

Y era invierno , lo que implica cierta inclemencia. En consecuencia se agrega,

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