Y se quedó María con ella unos tres meses, y volvió a su casa.

Y se quedó María con ella unos tres meses , es decir, hasta que hubo evidencia visible del cumplimiento de la promesa acerca de ella,

Y volvió a su propia casa - en Nazaret. José aún no la había llevado a casa; pero esa fue la escena siguiente, o cuarta, de esta Historia divina. Vea las notas en Mateo 1:18 , donde se registró esta narrativa solamente.

Observaciones:

(1) 'Solo el encuentro de los santos en el cielo', como bien observa el Dr. Hall, 'puede ser paralelo al encuentro de estos dos primos: las dos maravillas del mundo se encuentran bajo un mismo techo, y felicitan su felicidad mutua'.

(2) ¡Qué honor tenía aquel techo que durante tres meses cubrió a esas mujeres santas, cuyos descendientes, aunque una fue solo el preludio de la otra, ¡han renovado el mundo! Y sin embargo, ahora no queda ni rastro de él, ni siquiera se puede saber, salvo por inferencia, a qué "ciudad de Judá" se refiere la Virgen cuando se apresuró a visitar a su pariente.

Este comentario, aplicable a la mayoría de los llamados "lugares sagrados", no solo reprende la superstición infantil de las Iglesias griega y latina, que han construido conventos en casi todos estos lugares y los han llenado de monjes perezosos, cuyos servicios monótonos y sombríos están diseñados para conmemorar los eventos de los cuales fueron escenarios, sino que también puede sugerir material para una reflexión útil a una clase de protestantes cuya religión no está libre de ese mismo matiz.

(3) ¡Qué hermosa se presenta la feminidad a la luz de las escenas anteriores! ¡La gracia de Dios hace que las "especias" de la modestia, la sencillez y la sensibilidad religiosa, que son características del sexo, fluyan encantadoramente! Y sin embargo, estas son solo advertencias de lo que encontraremos a lo largo de toda esta Historia de Aquel a quien la mujer debe no solo la salvación común, sino también la recuperación de su relación adecuada con el otro sexo.

(4) "¡Cómo deberían saltar nuestros corazones dentro de nosotros!" para usar nuevamente las palabras del Dr. Hall, "cuando el Hijo de Dios se digna entrar en el secreto de nuestras almas, no para visitarnos, sino para habitar con nosotros, ¡habitar en nosotros!"

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