Pero él dirá: Os digo que no os sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, obradores de iniquidad.

Pero él dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí, todos vosotros, obradores de iniquidad.

'¡Qué! ¿No nos conoces, Señor? ¡Asombroso! Vamos, hemos comido y bebido en Tu presencia. ¿No estuvimos nosotros en aquel gran banquete que Mateo el publicano te hizo en su propia casa? ¿No nos sentamos frente a Ti en su mesa? ¿No oímos de Tus labios en aquella ocasión el precioso dicho: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento", un dicho que, en medio de nuestros pecados, ha resultado ser un gran consuelo para nosotros?' - "¡Nunca os conocí, hacedores de iniquidad!" 'Pero, Señor, además de todo esto, Tú has enseñado en nuestras calles.

En Capernaum, ¿no vivíamos junto a Ti, y qué gloriosas enseñanzas Tuyas no hemos oído allí? Cuando la mujer del flujo de sangre fue sanada al tocar el borde de tu manto, estábamos entre la multitud que te seguía por las calles; y cuando Tú hablaste desde la barca de Pedro a las multitudes que se apiñaban a lo largo de la orilla del hermoso lago, nos paramos justo enfrente de Ti, y pudimos repetir cada palabra de esas siete encantadoras parábolas que entonces fueron pronunciadas.

No, te seguimos de un lugar a otro, de una ciudad a otra, encadenados por tu incomparable enseñanza: pudimos repetir la mayor parte del Sermón del Monte, y te escuchamos pronunciar esa gran palabra: "Venid a mí todos los que estáis trabajados". y estáis muy cargados, y yo os haré descansar; ¡Y qué consuelo fue eso para nosotros! Y esa gloriosa palabra pronunciada en las calles de Jerusalén en el último, ese gran día de la fiesta, escuchamos: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba". ¡Oh, cuántos dichos hermosos Tuyos absorbieron nuestros oídos! ¿Nunca nos conociste, Señor? ¡Imposible!' - "¡NUNCA LOS CONOCÍ, hacedores de iniquidad!" 'Pero, Señor-' 'Basta: ¡vete!'

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad