Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua para mis pies; mas ella me lavó los pies con lágrimas, y con los cabellos de su cabeza los secó.

Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua para mis pies - 'un cumplido de un anfitrión a su invitado que el amor seguramente habría incitado; pero lo entendí, no: ¿Había mucho amor en eso? ¿Hubo alguno?

Pero ella lavó mis pies con lágrimas, y los secó con los cabellos de su cabeza. ¡Querido penitente! Tus lágrimas cayeron más rápidas y más abundantes de lo que creías soportable sobre esos benditos pies, y te apresuraste a enjugarlas, como si fueran una mancha: pero a Aquel que te perdonó toda aquella deuda, el agua de esos ojos llorosos tuyos es más precioso de lo que habrían sido los arroyos de cristal de las fuentes de la casa del fariseo; porque brotaron de un corazón rebosante. Eso, de hecho, fue 'mucho amor'. Otra vez,

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