El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

El que cree y es bautizado. El bautismo se pone aquí como la firma externa de la fe interior del corazón, así como "confesar con la boca" lo es en; y allí también como aquí esta manifestación externa, una vez mencionada como el fruto propio de la fe, no se repite en lo que sigue.

Será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Estos temas terribles de la recepción o el rechazo del Evangelio, aunque a menudo se registran en otras conexiones, se dan en esta conexión sólo por Marcos.

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