Pero también para nosotros, a quienes se imputará, si creemos en aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de los muertos;

Sino también para nosotros, a quienes se imputará, si creemos en aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de los muertos. La única diferencia entre los dos casos es que nuestra fe descansa en el hecho de que Dios resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos como un hecho consumado, mientras que la fe de Abraham descansaba en la promesa de que Dios lo resucitaría como una simiente en quien todos las naciones deben ser bendecidas.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad