Ezequiel 1:1-28

1 Sucedió en el quinto día del mes cuarto del año treinta, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Quebar, que fueron abiertos los cielos, y vi visiones de Dios.

2 En el quinto día del mes (en el quinto año de la cautividad del rey Joaquín),

3 vino la palabra del SEÑOR al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Allí vino sobre mí la mano del SEÑOR.

4 Miré, y he aquí que venía del norte un viento huracanado y una gran nube con un fuego centelleante y un resplandor en torno de ella. En su interior había algo como metal resplandeciente, en medio del fuego.

5 De su interior aparecía una forma de cuatro seres vivientes. El aspecto de ellos tenía la forma de hombre,

6 pero cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

7 Sus piernas eran rectas, y sus pezuñas eran como pezuñas de becerro que centelleaban como bronce bruñido.

8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre. Los cuatro tenían sus caras y sus alas.

9 Sus alas se juntaban unas con otras. Y cuando se desplazaban, no se volvían, sino que cada uno se desplazaba de frente hacia adelante.

10 La forma de sus caras era la de una cara de hombre, con una cara de león en el lado derecho de los cuatro, una cara de toro en el lado izquierdo de los cuatro, y una cara de águila en los cuatro.

11 Así eran sus caras. Sus alas estaban extendidas hacia arriba. Cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí, y otras dos que cubrían sus cuerpos.

12 Cada uno se desplazaba de frente hacia adelante. Iban adondequiera que el espíritu decidía ir, y no viraban cuando se desplazaban.

13 En medio de los seres vivientes había algo como carbones de fuego encendidos que se desplazaban como antorchas entre los seres vivientes. El fuego resplandecía, y del mismo salían relámpagos.

14 Y los seres iban y volvían, como si fueran relámpagos.

15 Mientras yo miraba a los seres vivientes, he aquí que había una rueda en la tierra, junto y al frente de cada uno de los cuatro seres vivientes.

16 La forma y el aspecto de las ruedas era como crisólito. Las cuatro ruedas tenían la misma forma y aspecto, y estaban hechas de manera que había una rueda dentro de otra rueda.

17 Cuando se desplazaban, lo hacían en cualquiera de las cuatro direcciones, y no viraban cuando se desplazaban.

18 Sus aros eran altos y aterradores, y los aros de las cuatro ruedas estaban llenos de ojos alrededor.

19 Cuando los seres vivientes se desplazaban, también se desplazaban las ruedas que estaban junto a ellos. Cuando los seres se elevaban de la tierra, las ruedas también se elevaban.

20 Iban adondequiera que el espíritu fuera, y las ruedas también se elevaban junto con ellos, pues el espíritu de cada ser viviente estaba también en las ruedas.

21 Cuando ellos se desplazaban, también ellas se desplazaban; cuando ellos se detenían, también ellas se detenían. Y cuando ellos se elevaban de la tierra, también las ruedas se elevaban junto con ellos, porque el espíritu de cada ser viviente estaba también en las ruedas.

22 Sobre las cabezas de los seres vivientes había una bóveda semejante a un cristal impresionante, extendido por encima de sus cabezas.

23 Debajo de la bóveda, sus alas se extendían rectas, la una hacia la otra. Y cada ser tenía dos alas con que cubrían sus cuerpos.

24 Cuando se desplazaban, escuché el ruido de sus alas como el ruido de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso, como el bullicio de una muchedumbre, como el bullicio de un ejército. Y cuando se detenían, bajaban sus alas.

25 Entonces hubo un estruendo por encima de la bóveda que estaba sobre la cabeza de ellos. (Y cuando se detenían, bajaban sus alas).

26 Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había la forma de un trono que parecía de piedra de zafiro. Y sobre dicha forma de trono estaba alguien semejante a un hombre.

27 Entonces vi algo semejante a metal que resplandecía con la apariencia del fuego que lo perfilaba alrededor. Desde su cintura hacia arriba, y desde su cintura hacia abajo, vi algo que parecía fuego y que tenía un resplandor alrededor de él.

28 Como el aspecto del arco iris que está en las nubes en un día de lluvia, así era el aspecto del resplandor alrededor. Este era el aspecto de la gloria del SEÑOR. Y cuando la vi, caí postrado sobre mi rostro y oí la voz de uno que hablaba.

LA VISION DE EZEQUIEL JUNTO AL RIO QUEBAR. CUATRO QUERUBINES Y RUEDAS.

1. Y fué—más bien, “y aconteció, etc.” Así como en Josué 1:1, esta expresión se refiere a la historia escrita en el pasado, también aquí; y en Rut 1:1, y Ester 1:1. se refiere a la historia no escrita que había estado en la mente del escritor. Por medio de esta fórmula, por decirlo así, el profeta continúa la historia de tiempos anteriores. En el cuarto año del rey Sedequías (Jeremias 51:59), Jeremías envió por medio de Seraías un mensaje a los cautivos (Jeremías cap. 29) en el cual los persuadía a que se sometieran a Dios y abandonaran sus vanas esperanzas de una pronta restauración. Esta comunicación fué hecha en el siguiente año, o sea el quinto, y el cuarto mes del mismo rey (porque el cautiverio de Joaquín y la accesión de Sedequías coinciden en cuanto al tiempo) y fué continuada más tarde por un profeta levantado de entre los cautivos mismos, el enérgico Ezequiel. a los treinta años—es decir, contando desde el principio del reinado de Nabopolassar, padre de Nabucodonosor, la era del imperio babilónico, 625 años a. de J. C., la cual época coincide con el año décimo octavo de Josías, cuando fué hallado el libro de la ley y comenzó la reforma consiguiente [Scaliger], o a los treinta años de la vida de Ezequiel. Así como el Señor iba a ser “un pequeño santuario” (cap. 11:16) para los desterrados junto al río Quebar, así Ezequiel iba a ser el sacerdote en funciones; por lo tanto, él señala desde el principio de su ministerio su relación sacerdotal con Dios y con el pueblo; el final que describe el templo futuro explica el principio. Al designarse a sí mismo expresamente como “sacerdote” (v. 3), y habiendo llegado a los treinta años, el año en que los sacerdotes acostumbraban empezar su vida sacerdotal. Ezequiel declara su oficio como sacerdote entre los profetas. De esta manera la primera visión describe naturalmente la institución formal del templo espiritual en el cual él ha de ministrar [Fairbairn]. Chebar—lo mismo que Chabor o Habor; es el lugar donde habían sido transportadas las diez tribus israelitas por Tiglath-pilneser y Salmanasar (2 Reyes 17:6; 1 Crónicas 5:26). El río Quebar desagua en el río Eufrates cerca de Carquemish o Circesio, trescientos kilómetros al norte de Babilonia. visiones de Dios—Cuatro expresiones se usan en cuanto a la revelación hecha a Ezequiel, relacionadas las tres primeras con lo que le fué presentado desde afuera para asegurarle de su realidad, y la cuarta relacionada con su preparación personal e interior que le capacitó para recibir la revelación; “los cielos se abrieron” (así como en Mateo 3:16; Hechos 7:56; Hechos 10:11; Apocalipsis 19:11); “y ví visiones de Dios”; “fué palabra de Jehová a Ezequiel” (v. 3). “La palabra de Jehová fué verdaderamente” (siendo éste su significado, más bien, que expresamente, como indica la Versión Inglesa, v. 3) a él” (no fué ninguna alucinación); “fué allí sobre él la mano de Jehová” (Isaías 8:11; Daniel 10:10, Daniel 10:18; Apocalipsis 1:17). El Señor, con su mano sobre él, lo fortaleció para que llevara a cabo su ministerio grande y arduo para que pudiera testificar e informar correctamente acerca de las revelaciones hechas a él.

2. transmigración del rey Joachín—en el año tercero o cuarto de Joacim, padre de Joaquín, aconteció el primer destierro de los judíos llevados cautivos de Jerusalén a Babilonia, y entre ellos se encontraba Daniel. El segundo cautiverio ocurrió en el reinado de Joaquín, cuando fué llevado Ezequiel. El tercero y último se llevó a cabo cuando se tomó la ciudad de Jerusalén bajo Sedequías.

4. viento tempestuoso—simbólico de los juicios de Dios (Jeremias 23:19, Jeremias 25:32). venía del aquilón—es decir, desde Caldea, cuyas fuerzas hostiles invadirían a Judea desde el norte. El profeta se imagina estar en el templo. un fuego envolvente—abarcando todo lo que estaba cerca y atrayéndolo a sí mismo como para devorarlo. Literalmente “prendiéndose a sí mismo”, es decir, inflamándose. [Fairbairn]. La misma palabra hebrea se menciona en Éxodo 9:24, en donde se habla de “fuego mezclado con el granizo”. en derredor suyo un resplandor—es decir en derredor de la nube. y en medio—de en medio del fuego. como de ámbar—centelleaba a manera de bronce muy pulido. Literalmente, “el ojo”, y de ahí la apariencia reluciente del metal pulido. La palabra hebrea “chasmal” se compone de dos raíces: “liso” y “bronce” (véase v. 7, y Apocalipsis 1:15) [Gesenius]. La Versión de los Setenta y la Vulgata traducen “electrum”, un metal brillante compuesto de oro y plata.

5. Ezequiel mismo era de una naturaleza gigantesca, y por lo tanto apto para contrarrestar el espíritu babilónico de aquel tiempo, que gustaba de manifestarse en formas gigantescas y grotescas. [Hengstenberg.] animales—“seres vivientes”; así se debía haber traducido el griego de un pasaje paralelo, Apocalipsis 4:6, y no “animales”, pues uno de los cuatro era un hombre, y un hombre no puede ser descrito como “animal”. El cap. 10:20 demuestra que eran querubines. semejanza de hombre—El hombre, el más noble de los cuatro es el modelo ideal por el cual son formados los seres vivientes (v. 10; cap. 10:14). El punto de comparación entre el hombre y los animales que se mencionan, es la postura erguida de sus cuerpos, aunque sin duda incluye la apariencia general. También “las manos” (cap. 10:21).

6. No solamente había criaturas vivientes distintas, sino que cada una de ellas tenía cuatro rostros, haciendo un total de dieciséis. Los cuatro seres vivientes o querubines, corresponden, por contraste, a las cuatro monarquías mundiales representadas por cuatro “animales”, a saber: Asiria, Persia, Grecia y Roma (Daniel cap. 7). Los “padres” los identificaban con los cuatro Evangelios: Mateo el león, Marcos el buey, Lucas el hombre, y Juan el águila. Dos querubines solamente posaban sobre el arca en el templo; pero ahora se añaden dos más para dar a entender que aunque la ley se retiene como base, es necesario darle una nueva forma para impartirle nueva vida. El número cuatro puede corresponder a las cuatro partes del mundo, significando que los ángeles de Dios ejecutan sus órdenes en todas partes. Cada una de las cuatro cabezas tenía adelante el rostro de hombre, como el primario, y más prominente; a la derecha, rostro de león; a la izquierda, el de buey; detrás el de águila. Los querubines mosaicos eran similares, solamente que los rostros humanos fueron puestos mirándose uno a otro y mirando al mismo tiempo el propiciatorio, que estaba entre ellos, siendo formados los querubines de oro puro como también el propiciatorio. (Éxodo 25:19). En Isaías 6:2 se habla de los serafines que tenían seis alas, con dos de las cuales cubrían sus rostros, pero en este caso los serafines están al lado del trono; mientras que los “seres vivientes” de que habla Ezequiel, están debajo del trono. Allí Dios se digna consultarlos, y al hacerlo su condescendencia evoca en los serafines la humildad de tal manera que se cubren el rostro delante de él. En el relato de Ezequiel, los querubines de que habla, ejecutan los mandamientos divinos. El rostro expresa su inteligencia; las alas su rapidez en cumplir la voluntad de Dios. El Shekinah, o llama, que significaba la presencia de Dios. y la palabra escrita. JEHOVA, ocupaban el espacío existente entre los querubines. Génesis 4:14, Génesis 4:16; y 3:24 (“puesto”, propiamente, “poner en un tabernáculo”), que los querubines fueron designados, al caer en pecado el primer hombre, como símbolos de la presencia de Dios en un lugar consagrado, y que allí debía adorarlo el hombre. En la dispensación patriarcal, cuando el diluvio había causado la mudanza de los querubines del Edén, los serafines o terafines (dialecto caldeo) fueron hechos como modelos de aquéllos para uso doméstico (Génesis 31:19, margen 30). El silencio de Exodo en los caps. 25 y 26 respecto a la configuración de los querubines, en tanto que todo lo damás está minucíosamente descrito, se debe al hecho de que su forma era tan bien conocida a Bezaleel y todo Israel, por la tradición, que no era necesaria una descripción detallada. Por lo tanto, Ezequiel (cap. 10:20) inmediatamente los reconoce, porque los había visto repetidas veces en la madera tallada del santuario exterior del templo de Salomón (1 Reyes 6:23). El profeta consuela, pues, a los desterrados con la esperanza de tener los mismos querubines en el templo renovado que se edificaría más tarde, y les asegura que el mismo Dios que habitó entre los querubines del templo. estaría también con su pueblo junto al Quebar. Sin embargo, debemos notar que en el templo que edificó Zorobabel no habia querubínes, de modo que el templo prometido por Ezequiel, si se toma literalmente, cuanto a él se refiere. pertenece al futuro. El buey es escogido como el principal de los animales domesticados, el león entre los salvajes, el águila entre las aves, y el hombre como la cabeza de todos, en su ideal verificado por el Señor Jesús, combinando así todas las excelencias del reino animal. Los querubines probablemente representan los poderes reinantes. por los cuales actúa Dios en el mundo natural y moral. Por consiguiente, a veces responden a los ángeles que ministran; otras veces, a los santos redimidos (la iglesia elegida). por quienes, de igual manera que por medio de los ángeles Dios gobernará al mundo en el futuro y proclamará su múltiple sabiduría (Mateo 19:28; 1 Corintios 6:2; Efesios 3:10; Apocalipsis 3:21; Apocalipsis 4:6). Los “leones” y “bueyes” entre las “palmas” y “flores” tallados en el templo, eran los querubines de cuatro rostros, que estando calcados sobre una superficie llana, presentaban solamente un aspecto de los cuatro que poseen. Los bueyes con alas, y cabezas humanas y los dioses con cabeza de águila, hallados en Nínive, esculpidos entre palmeras y flores con forma de tulipanes, fueron copiados de una tradición adulterada de los querubines colocados en el Edén cerca de los frutos y las flores de aquel jardín. Así también el becerro de Aarón (Éxodo 32:4) y los becerros de Jaroboam en Dan y Bethel. fueron imitaciones cismáticas de los símbolos sagrados que se veían en el templo de Jerusalén; lo mismo podemos decir de las figuras de bueyes de Apis que aparecen en las arcas sagradas de Egipto.

7. pies … derechos—es decir, piernas derechas, sin estar torcidas en alguna parte como ocurre con las patas del buey, sino derechas como las piernas del hombre [Grocio]. o como columnas sólidas que no pueden doblarse, y no como las piernas de hombre que se doblan de las rodillas. En lugar de caminar más bien se deslizaban: sus movimientos eran seguros, acertados y producidos sin esfuerzo. [Kitto, Enciclopedia.] planta de pie de becerro. Henderson supone por lo tanto que “pies derechos” significa que los pasos no se proyectaban hacia adelante como el pie humano, sino verticalmente como lo hace la pata de un buey. La sólida firmeza de la pata redonda de un buey parece ser el punto de comparación. centelleaban—“la apariencia resplandeciente”, que indica la “pureza” de Dios.

8. Las manos de cada uno eran las manos de un hombre La mano es el símbolo del poder activo guiado por la pericia (Salmo 78:72). debajo de sus alas—significando esto que sus actos o movimientos están escondidos de nuestra observación demasiado curiosa; y así como las “alas” significan algo más que lo humano, es decir, la secreta insinuación de Dios, también da a entender que son movidas por ella y no por su propio poder; por lo tanto, no hacen nada al azar, mas todo según sabiduría divina. y sus rostros y sus alas por los cuatro lados—El profeta vuelve a indicar lo que ya había dicho en v. 6; esto explica por qué tenían manos en los cuatro lados. Se movían en la dirección que querían, no solamente por energía activa, sino también con conocimiento (expresado por sus rostros) y la dirección divina (expresada por sus “alas”).

9. cada uno caminaba—no tenían necesidad de darse vuelta cuando cambiaban de dirección, porque tenían un rostro (v. 6) mirando hacia cada uno de los cuatro puntos del cielo. No se equivocaban, y su trabajo no tenía necesidad de ser hecho de nuevo. Sus alas se extendían por encima juntándose por pares (véase v. 11).

10. la figura de sus rostros era rostro de hombre—es decir, de frente. El rostro humano era el primero y el más prominente, y la parte fundamental del compuesto entero. Al lado derecho tenía el rostro de león: al izquierdo, el de buey (llamado “querubín”, cap. 10:14), y detrás, desde arriba, la cabeza de águila.

11. Las puntas de las dos alas abiertas se tocaban, mientras que las otras dos, en señal de temor reverente y humilde. formaban un velo que tapaba la parte inferior de sus cuerpos. extendidas por encima—más bien, estaban “partidas desde arriba” (véase Margen. Isaías 6:2. Nota). La unión de sus alas en la parte superior significa que aunque los movimientos de la providencia en este mundo pueden parecer confusos y antagónicos, sin embargo, si uno levanta sus ojos al cielo. verá que se ligan admirablemente para alcanzar al fin el objeto propuesto.

12. La misma idea encontramos en el v. 9. La repetición se debe a que nosotros, los seres humanos, somos tardos para llegar a reconocer la sabiduría de las acciones de Dios; ellas nos parecen tortuosas y confusas, pero todas tienden invariablemente a un mismo propósito. el espíritu—el impulso secreto por medio del cual Dios mueve a sus ángeles hacia el fin designado. Ellos no se vuelven para atrás ni a los costados mientras no hayan cumplido la tarea que les ha sido encomendada.

13. la semejanza … parecer—no es tautología. pues “semejanza” expresa la forma general, mientras que “parecer”. se refiere al aspecto particular de una cosa. carbones de fuego—que denotan la justicia intensamente pura y ardiente por la cual Dios castiga por medio de sus ángeles a aquellos quienes. como Israel, se han endurecido contra su gran paciencia. Así también en Isaías cap. 6, en vez de querubines, aparece el nombre “serafines”, “los encendídos” o “ardientes”. termino que se aplica para indicar la justicia consumidora de Dios: y por lo que sus voces se dirigen a él. diciendo: “¡Santo! ¡santo! ¡santo!”. y el carbón encendido se aplica a los labios del profeta porque el mensaje que pronunciaría iba a ser uno de separación judicial entre los fieles y los impíos, llevando a éstos a la ruina. hachones encendidos: discurría—El fuego emitía chispas y relámpagos de luz, como hacen las antorchas, expresando el vigor maravilloso del Espíritu de Dios en todos sus movimientos, nunca descansando y nunca cansado. fuego resplandecía—indicando así la gloria de Dios. del fuego salían relámpagos—La rectitud y justicia de Dios al fin harán que un rayo de su ira caiga sobre los culpables; como ahora iba a ocurrir sobre Jerusalén.

14. corrían y tornaban—El movimiento incesante e incansable de los querubines indica la plenitud de vida que poseen, así también en Apocalipsis 4:8, se dice que: “no tenían reposo dia ni noche” (Malaquías 4:10). a semejanza de relámpagos—mejor dicho, distintos de relámpagos (v. 13); el relámpago de un meteoro o descarga muy extensa [Fairbairn].

15. una rueda la “altura espantosa” de la rueda (v. 18) indica la energía gigantesca y terrible de las revoluciones complicadas de la providencia de Dios en cumplir sus propósitos con certeza inequívoca. Una rueda aparecía transversalmente dentro de la otra, para que el movimiento se efectuara sin dar ninguna vuelta dondequiera que avanzaran los querubines (v. 17). De esta manera cada rueda se componía de dos círculos, uno dentro del otro en ángulos rectos, “uno solo” cuales los cuales parecía tocar la tierra, de acuerdo con la dirección en que quería moverse el querubín. a sus cuatro caras—es decir, “de acuerdo con sus cuatro caras” o lados; puesto que había un lado o dirección por cada uno de estos cuatro animales, también había una rueda para cada uno de sus lados [Fairbairn]. Los cuatro costados, o semicírculos de cada rueda compuesta apuntaba, del mismo modo que los cuatro rostros de cada uno de estos animales, a los cuatro puntos cardinales de los cielos. Havernick atribuye o relaciona la palabra “sus” a las ruedas. Los querubines y sus alas y ruedas estaba puestos en contraste con las figuras simbólicas, algo parecidas, que existían entonces en Caldea, figuras encontradas en las ruinas de Asiria. Dichas figuras aunque derivadas de la revelación original por la tradición, vinieron por vías corrompidas a simbolizar al zodíaco astronómico, o el sol y la esfera celestial, por un círculo con alas o irradiaciones. Pero los querubines de Ezequiel se levantan por encima de los objetos naturales, los dioses de los paganos, para representar al Dios verdadero quien los hizo y continuamente los sostiene.

16. apariencia … su obra—su forma y el material de su trabajo. topacio—o sea la apariencia fulgurante de la piedra de Tarsis. el crisólito o topacio traído de Tarsis, o Tarteso en España. Fué una de las joyas engastadas en el efod del sumo sacerdote (Éxodo 28:20; Cantares de los Cantares 5:14; Daniel 10:6). las cuatro tenían una misma semejanza—la semejanza de las ruedas entre sí, pone de manifiesto que no hay ninguna desigualdad en todas las obras de Dios; que todo tiene una analogía y proporción hermosas.

17. se movían sobre sus cuatro costados—Esto es, aquellos rostros o costados de las cuatro ruedas, los cuales se movían correspondiendo con la dirección hacia donde quería moverse el querubín; mientras que los círculos transversales en cada una de las ruedas compuestas, permanecían levantados del suelo para no impedir los movimientos de los demás.

18. cercos—es decir, circunferencias de las ruedas. ojos—la multiplicidad de ojos aquí en las ruedas y (cap. 10:12) en los querubines mismos, simboliza la plenitud de vida inteligente, siendo el ojo la ventana por la cual miraba “el espíritu de los animales” en las ruedas (v. 20) (véase Malaquías 4:10). Así como las ruedas significan la providencia de Dios, así los ojos dan a entender que él ve todas las circunstancias de cada caso, y que no hace nada por impulso ciego.

19. andaban junto a ellos—iban a su lado.

20. Hacia donde el espíritu era que anduviesen—su voluntad era ir donde el espíritu iba. se levantaban tras ellos—más bien, al lado de o junto a ellos. espíritu de los animales—que indica colectivamente los “seres vivientes”; los querubines. Habiendo primeramente observado los querubines por separado, ahora el profeta los observa juntos como una sola criatura en la cual reside el Espíritu. La vida señalada es esa vida relacionada con Dios, santa y espiritual en toda la plenitud de su poder activo.

21. se levantaban … tras ellos—iban juntamente [Henderson,] o “al lado” [Fairbairn.]

22. sobre las cabezas—mejor dicho, por encima de las cabezas [Fairbairn.] expansión a manera de cristal—cristal maravilloso y terrible que encandilaba al que miraba.

23. derechas—erguidas [Fairbairn], extendidas hacia arriba. dos … dos … se cubrían sus cuerpos—no es, según parece, una contradicción al v. 11. Las dos alas extendidas hacia arriba, aunque utilizadas principalmente para volar, sin embargo, hasta la parte superior de la figura donde se separaban una de otra, cubrían la parte superior del cuerpo, mientras que las otras dos alas cubrían la parte inferior.

24. voz del Omnipotente—el trueno (Salmo 29:3). ruido de muchedumbre—la voz del que habla o “sonido de tumulto” como en Jeremias 11:16. De una raíz árabe que significa la impetuosa acometida de una lluvia fuerte. “Voz, como de un ejército”. (Isaías 13:4; Daniel 10:6).

25. aflojaban sus alas—mientras el Omnipotente hacía oír su voz, dejaban caer con reverencia sus alas, para escuchar silenciosamente su comunicación.

26. La Deidad aparece aquí a la semejanza de la humanidad entronizada, como en Éxodo 24:10. Al lado del “embaldosado de zafiro semejante al cielo cuando está sereno” allí, tenemos aquí el “trono” y Dios “como un hombre” con “la apariencia de fuego alrededor”. Esto último era un preludio de la encarnación del Mesías, pero en su carácter de Salvador y Juez (Apocalipsis 19:11). El zafiro azul representa el color del cielo. Así como otros son llamados “hijos de Dios”, pero él es “el Hijo de Dios”, así algunos son llamados hijos del hombre (cap. 2:1, 3), mas él es “el Hijo del hombre” (Mateo 16:13), siendo el representante corporal de la humanidad y toda la raza humana así como también por otra parte él es el representante de “toda la plenitud de la divinidad” (Colosenses 2:9). Mientras que los querubines son movibles, el trono que está encima, y Jehová quien los mueve, son firmes e inmovibles. Estas son buenas nuevas para el hombre, el que el trono allí arriba está ocupado por uno que aun en tal lugar tiene la semejanza de “un hombre”.

27. como de ámbar—“el brillo abismal” [Fairbairn]; véase nota v. 4; o sea “centelleo de bronce” [Henderson]. El Mesías se describe aquí como en Daniel 10:5; Apocalipsis 1:14.

28. el arco … el día que llueve—símbolo del pacto seguro de misericordia hacia el pueblo de Dios recordado a la hora del juicio sobre los malvados, del mismo modo que ocurrió en el diluvio en los días de Noé (Apocalipsis 4:3). Como si se enarbolara desde el trono del Eterno un estandarte de paz, asegurando a todos que el propósito del cielo era preservar en vez de destruir. Aun cuando la obra divina necesitase un diluvio de ira, la fidelidad de Dios brillaría al fin más fuerte todavía en favor de los hijos de la promesa como resultado de las tribulaciones necesarias para prepararlos para recibir el bien final [Fairbairn] (Isaías 54:8). caí sobre mi rostro—la actitud correcta, espiritualmente hablando, antes de entrar en cualquier obra activa para Dios (cap. 2:2; 3:23, 24; Apocalipsis 1:17). En este primer capítulo Dios reunió en una visión la substancia de todo lo que ocuparía la actividad profética de Ezequiel; así como también fué hecho posteriormente en la visión preliminar del Apocalipsis, que tuvo San Juan.

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