Ya no sois extraños con respecto a Dios y su santa alianza. Ya no son viajeros y vagabundos, sin un Dios, como lo eran antes de su conversión; sin saber a quién pertenecías, ni hallar en el paganismo fundamento sólido ni verdad, ni esperanzas de esto ni consuelo para la vida futura. Pero ahora son ciudadanos de la misma ciudad que los santos y domésticos de la casa de Dios. (Calmet)

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