Por tanto, Cristo, por así decirlo, viniendo al mundo, dice, por el salmista, (Salmo xxxix. 7. 8.) Sacrificio y oblación no quisiste, etc. Es decir, los sacrificios que se ofrecían en la ley anterior no podían agradarte, apaciguar tu ira ni hacer una reparación suficiente por el pecado. --- Pero un [2] cuerpo me has preparado. Tú decretaste que yo debería ser hecho hombre, sufrir y morir en una cruz para redimir a la humanidad.

Y entendí de buena gana la obra de la redención del hombre. --- He aquí que vengo: en la cabecera del libro está escrito de mí. [3] Es decir, en los volúmenes de las Escrituras. --- Quita lo primero para establecer lo segundo. Es decir, quita lo que mencioné primero, los sacrificios imperfectos de la ley de Moisés, para que les suceda el sacrificio de Cristo. (Witham)

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