Dios ... no habita en templos. Aquel que es infinito no puede estar confinado al espacio; ni necesiten lo que las manos humanas pueden proporcionar. Los templos no son para Dios, sino para el hombre. Es este último el que recibe ayuda de ellos. Lo mismo puede observarse de todos los actos de adoración exteriores. Son útiles en la medida en que proceden de la devoción interior o la ayudan poderosamente a hacerlo, por las impresiones que los objetos exteriores dejan en el alma.

La acción recíproca de unos sobre otros, en nuestro estado actual de existencia, es grande e inevitable. (Haydock) Ver el cap. vii. arriba, ver. 48. --- Dios, en verdad, habita en el templo, sí, y en el alma del justo, pero la suya no está confinada allí, como los ídolos en sus templos. De ahí la oración de Salomón en la consagración del templo: si el cielo y el cielo de los cielos no pueden contener tu inmensidad, ¿cuánto menos esta casa que he erigido? Dios habita allí, entonces, para recibir las oraciones y sacrificios de los fieles, pero no como si necesitara algo.

Ver ver. 25. --- Dios no está contenido en los templos; para necesitarlos para su vivienda, o para cualquier otro uso, como imaginaban los paganos. Sin embargo, por su omnipresencia, está molesto allí y en todas partes. (Challoner)

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