San Mateo (v. 3. 10.) menciona ocho bienaventuranzas, San Lucas sólo cuatro; pero San Lucas sólo da un resumen en este lugar del discurso, que San Mateo da más extensamente. Debemos señalar también que en estos cuatro están comprendidos los ocho completos, y que ambos evangelistas colocan la pobreza en primer lugar, porque es la primera en rango y, por así decirlo, la madre de las otras virtudes; porque el que ha abandonado las posesiones terrenales, merece las celestiales.

Tampoco puede un hombre razonablemente esperar la vida eterna si no está dispuesto a abandonar todo en afecto, y en efecto también, si se le llama por el amor de Jesucristo. (San Ambrosio) --- No es que todos los que viven en una gran pobreza sean felices, sino que el hombre que prefiere la pobreza de Cristo a las riquezas del mundo, ciertamente debe ser estimado como tal. De hecho, muchos son pobres en sustancia mundana, pero son avariciosos en afecto; para tales como estos la pobreza no es una ventaja.

Nada que esté en contra de la voluntad merece recompensa; por tanto, toda virtud es conocida por la voluntad. Bienaventurados, por tanto, los pobres que soportan la pobreza por causa de Cristo: él mismo ya ha recorrido el camino que tenemos ante nosotros y nos ha enseñado con su ejemplo que conduce a la honra y al gozo. (San Cirilo en Santo Tomás de Aquino)

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