He aquí que vino uno. San Lucas (xviii. 18.) lo llama príncipe o señor. Algunas conjeturan que este joven vino sólo de manera disimulada, para intentar o tentar a nuestro Salvador, como lo hacían a veces los fariseos, y sin ningún propósito de seguir su consejo; pero por todas las circunstancias relatadas de él, por los evangelistas particularmente, cuando San Marcos (Cap. x. 22.) nos dice, se fue triste, parece haber venido con sinceridad, pero sin resolución lo suficientemente fuerte como para dejar su bienes y posesiones terrenales. (Witham)

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