Mi alma está afligida. La causa del dolor de nuestro Señor no fue el miedo al sufrimiento; desde que asumió la naturaleza humana, para sufrir y morir por nosotros; pero la causa de su dolor fue el desdichado estado de Judas, el escándalo que sus discípulos sufrirían por esta pasión, la reprobación de la nación judía y la destrucción de la miserable Jerusalén. Nuestro Señor también se dejó abatir así, para convencer al mundo de la verdad y realidad de su naturaleza humana. (San Jerónimo)

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