No destruyas la obra de Dios por la carne. Es decir, no obstaculices la salvación de tu hermano, por quien, quienquiera que sea, murió Cristo, que puede estar tan ofendido por la libertad que tomas, como para abandonar la religión cristiana; o puedes hacerle pecar contra Dios, comiendo con tu ejemplo contra su conciencia débil. (Witham)

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