Luego, estos hombres fueron atados con sus abrigos, sus calzas y sus sombreros, más bien, "en sus ropas interiores, sus túnicas y sus mantos", y sus otras prendas, parte de las cuales al menos eran de material delicado, fácilmente inflamable, y fueron arrojados en medio del horno de fuego ardiendo, la repetición de esta frase tendía a hacer que el elemento de peligro se destacara de manera más prominente.

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