y por temor a él, los guardas temblaron y quedaron como muertos.

Así como la muerte de Cristo había estado acompañada de señales sobrenaturales para llamar la atención de todo el mundo sobre la redención que se estaba realizando en el Calvario, su resurrección fue acompañada por un alboroto en la naturaleza que apuntaba a un acontecimiento de lo más inusual. En las últimas horas del día de reposo, el séptimo día de la semana, cuando este día estaba a punto de fusionarse en una nueva semana de reposo, es decir, muy temprano el domingo por la mañana, antes de que saliera el sol, las mismas mujeres fieles que Había presenciado el entierro del Señor saliendo a ver la tumba y a dar los primeros pasos en el proceso de embalsamar el cuerpo del Señor.

Aún no habían llegado al jardín, cuando un fuerte temblor sacudió la tierra, causado por el hecho de que un ángel del Señor descendió del cielo y quitó la piedra de la puerta del sepulcro, que luego usó como asiento para él mismo. No para abrir el sepulcro para Cristo había venido, sino para mostrar el sepulcro vacío al mundo entero, para dar evidencia absoluta e innegable del hecho de que la resurrección había tenido lugar a pesar de la piedra y el sello y la vigilia.

El evangelista dice que la apariencia del ángel era como un relámpago, y su manto era blanco como la nieve. Fue una aparición espantosa para los soldados supersticiosos contemplar a uno de los santos ángeles de Dios. Los abrumaba; Cayeron desmayados y quedaron como muertos. Cuando Dios quiere llevar a cabo Su voluntad con respecto a la salvación de la humanidad, ningún hombre pecador, ningún enemigo, puede resistirlo. La resurrección de Jesús fue el sello y la prueba final de la expiación completa obtenida para todo el mundo, y todos los esfuerzos de los judíos y de Satanás para obstaculizarla fueron en vano.

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