¿Por qué debería temer en los días del mal, cuando la desgracia golpee al creyente, cuando la iniquidad de mis talones, la calamidad infligida por sus opresores, por los hombres malos que abusan de su poder con tales propósitos, me rodearán? Es la vieja queja de que los impíos rodean a los justos, tratando de atacarlos desprevenidos e infligirles daño.

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