Reconciliados y unidos por la cruz

Efesios 2:11

El estado de los inconversos debe describirse mediante una serie de negaciones. ¡Apaga el sol del mundo, el amor fuera del hogar, la libertad fuera del estado! Los inconversos no conocen su pérdida infinita; pero si pudieran ver lo que heredamos a través de la unión con Jesús, podrían dejar de sorprenderse de que no corramos con ellos en el mismo exceso de disturbios. ¿Necesita una doncella mucha persuasión para dejar de lado las joyas de pasta cuando se le ofrecen joyas reales?

No había afinidad natural entre judíos y gentiles. Esto surgió en parte debido a la diversidad de nacionalidades y genios; pero además todo el código de costumbres judías en cuanto a comer carnes limpias y contaminación ceremonial, lo impedía. Todos estos muros divisorios de división fueron barridos por Cristo. En Él, como piedra angular, se unían dos muros que corrían en diferentes direcciones. Dos sectores de la humanidad, Oriente y Occidente, se unieron entre sí, porque cada uno se unió a Él, y así se formó una nueva unidad de humanidad.

¡Qué noble concepción se da de la Iglesia y, en última instancia, de la raza redimida, que crece lentamente a través de los siglos y se convierte en la morada de Dios! Note la Trinidad; a través de Jesús, el Padre Eterno viene por Su Espíritu a morar en el corazón del hombre.

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