un grito de las olas

Salmo 88:1

La mayoría de los salmos que comienzan con dolor terminan en exuberante alegría y alabanza. Ésta es una excepción. Parece no haber ruptura en la monotonía del dolor y la desesperación. En Salmo 88:1 parecería que el salmista estaba oprimido por algún desorden repugnante que hizo que incluso sus amigos rehuyeran la compañía. Pero es una señal de esperanza cuando, incluso en tales circunstancias, un hombre todavía puede hablar de Dios como "el Dios de mi salvación".

En Salmo 88:9 el salmista combate su desesperación recordándole a Dios ya sí mismo que la suya ha sido un alma que ora. ¡Seguramente el Todopoderoso no olvidará sus manos extendidas, ni las oraciones que anticiparon la mañana! Es un verdadero argumento. Que puedas orar es una señal segura de que el Espíritu divino está dentro de tu corazón.

Desde profundidades desconocidas Él está ayudando en tu enfermedad, y esto prueba que Dios no te ha olvidado ni desamparado. Si en este momento el ladrido de la vida se ve abrumado por la dificultad, Dios gobierna las olas. El viento tormentoso pronto se calmará ante Su reprensión. El amante y el amigo volverán a estar a tu alrededor y tu alma volverá a la luz. Los días de Dios no son como los del hombre, desde la mañana hasta la tarde, sino desde la oscuridad hasta el amanecer.

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