La naturaleza antitética de este salmo es evidente. En la primera parte (versículos 36: 1-4), se describe la razón y la expresión de la maldad de los impíos. La única razón de la transgresión es que se pierde el temor de Dios. Todo el mal resulta de ello.

En contraste con esto, las ventajas del recuerdo de Jehová se exponen, en primer lugar, mediante una descripción de ciertos hechos que le conciernen. Uno puede imaginarse fácilmente que el salmo fue escrito en una altura natural desde la cual el cantor miró hacia una escena de gran extensión en la que vio símbolos de la verdad acerca de su Dios. Note el alcance de la visión. Los cielos, los cielos o las nubes, las montañas, el gran abismo, el río y, sobre todo, la luz.

Hay una gran adecuación en la interpretación de la sugestión. El azul envolvente habla de bondad amorosa; las nubes pasajeras en el misterio de su orden, de su fidelidad; las montañas sugieren su justicia de la cual fluyen ríos de placer para mezclarse en lo profundo de sus juicios. De toda la vida abundante y variada, Él es la Fuente o Fuente y el sol de Su rostro es la luz sobre todo. Todo termina con una oración por la seguridad continua del cuidado y protección divinos.

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