Y cuando la multitud vio lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en el discurso de Licaonia: "Los dioses han descendido a nosotros en semejanza de hombres". Y llamaron a Bernabé, Zeus y Pablo, Hermes, porque era el principal orador.

Así, cuando vieron el milagro que había ocurrido, en lugar de venir a averiguar más y llegar a la verdad, saltaron a sus propias conclusiones y vieron a estos hacedores de milagros como dioses. Les trajo a la mente la leyenda de una visita previa de Zeus y Hermes a su región. Luego habían venido en forma humana y preguntaron en mil hogares por hospitalidad, pero ninguno los había recibido. Luego llegaron a la puerta de una pareja de ancianos pobres, Baucis y Philemon, que todos estaban dispuestos a acogerlos.

La consecuencia fue que la pareja se vio recompensada al salvarse cuando los dioses inundaron el valle y destruyeron a sus habitantes. Su choza también se transformó en un templo con pilares de mármol y techo de oro, y se convirtieron en sus sacerdotes.

Así que estas personas no querían correr el riesgo de ser descubiertas como lo habían sido sus antepasados. Declararon que los dioses debieron descender en semejanza de hombres, y aclamaron a Bernabé como a Zeus (porque era el mayor y probablemente el más distinguido y mantenía un silencio digno), y a Pablo, porque era el principal orador, como Hermes. Lamentablemente lo hicieron, no en griego, sino en licaoniano, de modo que Pablo y Bernabé no entendieron lo que decían.

(Es importante notar que aquí no se usa el don de lenguas, lo cual es una clara advertencia en contra de ver las lenguas como un don evangelístico. Porque si Pablo y Bernabé no lo tenían, ¿quién lo tenía?).

Esta descripción es fiel a los hechos tal como los conocemos. La mayoría de la gente de Listra eran lugareños "paganos" sin educación, gobernados por una élite romana y educados, en la medida en que fueron educados, por unos pocos griegos. Por lo tanto, prefirieron el uso de su propio idioma y, en general, no tenían la sofisticación ni de los griegos ni de los judíos. Además, sabemos por inscripciones posteriores que Zeus y Hermes fueron especialmente adorados en la zona.

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