1 Pedro 1:23

El nuevo nacimiento.

I. La vida interior y más noble del hombre no es como su vida exterior, una vida llevada a cabo en muchas de sus funciones más importantes desconocidas por él mismo. Esa vida inferior tiene su juventud y su vejez, su vigor y su dolencia, su mejilla rubicunda y sus canas, independientemente de quien la viva. Estas cosas siguen una ley fija y vienen sobre nosotros aunque no lo haremos y cuando no lo sepamos. Pero no es así con la vida superior del Espíritu.

Aquí no hay inconsciencia. Nadie vive para Dios y no lo sabe. Si eres hecho hijo de Dios, por el poder del Espíritu, por la fe en Cristo, no andas esperando y confiando en que eres de Dios, entregando tus perspectivas eternas a una miserable incertidumbre; no, si tienes esta vida, la sabes y la vives. La verdad del amor primero ablandó, primero calentó, primero avivó, vuestros corazones duros, fríos y muertos, primero encontró su camino, como una semilla casual, bajo algún trozo roto de la superficie, y se alojó allí, de modo que el los pájaros del cielo no lo arrebataron, ni el pie del transeúnte lo pisó. "El Padre me amó". Dejemos que esta semilla permanezca y trabaje, y aunque se hace poco en comparación con lo que está por venir, se hace mucho en comparación con lo que es pasado.

II. Queremos alguna influencia divina y permanente que pueda mostrarnos las maravillas de ese amor; y así fue que cuando el Hijo de Dios encarnado y triunfante nos fue arrebatado, no nos dejó huérfanos. Él subió a lo alto y recibió dones para los hombres, incluso Dios el Espíritu Santo, que descendió sobre la Iglesia reunida como la única promesa cumplida del Padre, el gran resultado de la redención, el engendramiento y la vivificación y el poder habilitador de la nueva vida en el hombre. Sin Él, todo sería en vano; sin Pentecostés, el Calvario era impotente.

H. Alford, Quebec Chapel Sermons, vol. iii., pág. 324.

Referencias: 1 Pedro 1:23 . Spurgeon, Sermons, vol. vii., núm. 398; vol. xvii., No. 999.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad