Efesios 4:22

I. Note el bosquejo muy significativo, aunque breve, de los hechos de la naturaleza humana pecaminosa universal que el Apóstol da aquí. (1) La primera de las características del yo pecador es que toda vida cristiana, cualesquiera que sean las diferencias superficiales en ella, es realmente una vida modelada de acuerdo con deseos apasionados y bajo la influencia de ellos. Los deseos están destinados a ser poderes impulsores. Es absurdo y la destrucción de la verdadera hombría hacer de ellos, como solemos hacer, poderes de dirección y poner las riendas en sus manos.

Son el viento, no el timón; el vapor, no el conductor. (2) Las palabras del texto no sólo representan los diversos deseos apasionados como verdaderos guías del "anciano", sino que dan esta otra característica: que estos deseos son en su propia naturaleza el instrumento del engaño y la mentira. La forma de no conseguir nunca lo que necesitas y deseas es siempre hacer lo que te gusta, porque ( a ) el objeto solo satisface por un tiempo; ( b ) el deseo crece y su objeto no.

Cualquiera que tome por ley hacer lo que quiera, no le gustará por mucho tiempo lo que haga. (3) Estos deseos engañosos corrompen. En cualquier dirección en la que nos movamos, la tasa de progreso tiende a acelerarse.

II. Observe cómo tenemos aquí el mandato desesperado de desanimar al anciano. Ese mandato de "posponer" es el simple dictado de la conciencia y del sentido común, pero parece tan desesperado como imperativo. Pero lo que la ley no pudo hacer, siendo débil por la carne, Dios, enviando a su propio Hijo, lo hizo: condenó el pecado en la carne. Entonces llegamos a

III. La posibilidad de cumplir con el mando. El contexto nos dice cómo esto es posible. La ley, el modelo y el poder para la victoria completa sobre el viejo yo pecador se encuentran "como la verdad está en Jesús". La unión con Cristo nos da una posesión real de un nuevo principio de vida, derivado de Él y como el suyo. Moriremos con Él al pecado cuando, descansando por fe en Él que ha muerto por el pecado, seamos conformados a Su muerte, para que podamos caminar en novedad de vida.

A. Maclaren, Sermones en Manchester, tercera serie, pág. 105.

Referencias: Efesios 4:22 . Revista del clérigo, vol. iii., pág. 207. Efesios 4:22 . HW Beecher, Sermones, primera serie, pág. 351. Efesios 4:25 . Homilista, vol. vii., pág. 104.

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