Gálatas 6:14

I. Hay un uso de la palabra "cosmos" en las Escrituras al cual la prueba de su crucifixión por la Cruz responde perfectamente. Este es el cosmos, no de la naturaleza y tampoco del hombre como Dios creó; no el hermoso universo en el que filósofos y poetas, y simples almas amorosas que no lo son, se deleitan en deleitarse y expandirse; no la raza hecha a imagen de Dios, participando de Su inteligencia, Su previsión, Su simpatía y Su amor, e incluso en sus ruinas pronosticando la reconstrucción; pero ese aspecto, ese elemento, de cada uno de los cuales el pecado ha contaminado: la materia como enemiga del espíritu y el hombre como esclavo del diablo.

La concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos, el orgullo de la vida, este es el mundo. Tener estas cosas en el corazón es ser mundano. Ésta es la enfermedad, la triple enfermedad, que Cristo vino a curar cuando emprendió la curación de la mundanalidad.

II. En la crucifixión por la cruz hay dos etapas. (1) Primero, hay un testimonio. La Cruz es un testigo. Da evidencia contra el mundo. La Cruz es evidencia contra la vanidad de la mundanalidad; invita al hombre que quiere ser hombre a luchar por lo que es y buscar su recompensa para un mundo que no sea de sombras y una vida que no sea del tiempo. (2) La Cruz también es un poder. Ese objeto feo, repulsivo, horrible, ese espantoso, ese repugnante ejecución, ese patíbulo maldito de Dios y del hombre, se ha convertido en el imán de la humanidad.

Cristo lo predijo, y es verdad. Dondequiera que se predique el Evangelio de la Cruz y el Crucificado se encuentran evidencias prácticas "pruebas infalibles" que San Lucas les llamaría del poder de la Cruz para crucificar a los hombres en el mundo. No por artimañas o magia, no por accidente o maquinaria, sino por el Espíritu del Dios viviente, se obra esta influencia sobre los corazones y las vidas. Cristo crucificado se convierte a su vez en el Crucificador mutuo del hombre y del mundo.

CJ Vaughan, Simple Sermons, pág. 113.

Referencias: Gálatas 6:14 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxi., núm. 1859; Obispo M. Simpson, Sermones, pág. 241; Homilista, segunda serie, vol. ii., pág. 95; Revista del clérigo, vol. ii., pág. 94; Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 397; Preacher's Monthly, vol. ii., pág. 106; vol. iv., pág. 164. Gálatas 6:14 ; Gálatas 6:15 .

S. Pearson, Christian World Pulpit, vol. iv., págs. 181, 364. Gálatas 6:15 . FD Maurice, Sermons, vol. iii., pág. 49; GEL Cotton, Sermones y discursos en Maryborough College, pág. 449; E. Cooper, Practical Sermons, vol. i., pág. 80; Revista del clérigo, vol. vii., pág. 93. Gálatas 6:15 ; Gálatas 6:16 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xix., pág. 26.

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