Hebreos 12:14

Paz y Santidad.

Las dos exhortaciones a seguir la paz con todos los hombres y esa santidad sin la cual nadie puede ver al Señor comprenden toda la vida cristiana.

I. El rasgo característico de la Iglesia debe ser el espíritu de paz. Los cristianos son fieles a Dios ya su verdad; su testimonio es contra el pecado y la incredulidad en el mundo, contra la hipocresía y la infidelidad en la Iglesia; pero así como el amor es su elemento vital, la paz es su característica. Si la paz de Dios está dentro de nosotros, amamos a los hermanos ya todos los hombres. Podemos tratar con ellos con ternura y calma. La humildad, el afecto y la ayuda caracterizan al hijo de la paz; porque siempre está alabando la infinita gracia de Dios en la que se encuentra.

II. Santidad. Cristo nos ha sido hecho santificación. Si solo la santidad puede admitirnos a la bendita visión de Dios, debe ser la de Cristo; porque la santidad imperfecta es una contradicción tan grande como la pureza inmunda. La guerra es dolorosa, porque el pecado todavía está en nosotros. No es como una prenda que usamos. Se ha atrincherado en nuestra carne; es decir, la antigua naturaleza adán de cuerpo, alma y espíritu. Por tanto, adherirnos a Cristo y nuestra santidad en Él es la crucifixión de la carne, y eso es doloroso.

Estudiemos las epístolas del apóstol Pablo y aprendamos el carácter solemne y terrible de la vida, la guerra y la raza cristianas, la constante necesidad de vigilancia y concentración de energía, de diligencia, dominio propio y abnegación. Pero aprendamos de ellos que es algo bienaventurado y gozoso seguir la santidad, permanecer en la luz y el amor de Dios, habitar en Aquel que es luz y en quien no hay tinieblas, que es amor, y que ha derramado su amor en nuestros corazones.

A. Saphir, Lectures on Hebrews, vol. ii., pág. 388.

Referencias: Hebreos 12:15 . E. Bersier, Sermones, segunda serie, pág. 322; Outline Sermons to Children, pág. 267; JH Hitchens, Christian World Pulpit, vol. v., pág. 22. Hebreos 12:16 , Hebreos 12:17 .

SA Tipple, Ibíd., Vol. xiii., pág. 139. Hebreos 12:17 . J. Vaughan, Sermones, novena serie, pág. 85; Preacher's Monthly, vol. iii., pág. 317; Revista homilética, vol. xiv., pág. 172. Hebreos 12:18 . Parker, Cavendish Pulpit, primera serie, pág. 148.

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