14. Sigue la paz, etc. Los hombres nacen de tal manera que todos parecen evitar la paz; porque todos estudian sus propios intereses, buscan sus propios caminos y se preocupan por no adaptarse a los caminos de los demás. A menos que entonces trabajemos enérgicamente para seguir la paz, nunca la retendremos; porque muchas cosas sucederán diariamente, lo que brinda una ocasión para las discordias. Esta es la razón por la cual el Apóstol nos pide que sigamos la paz, como si hubiera dicho, que no solo debe cultivarse en la medida en que nos sea conveniente, sino que debemos esforzarnos con todo cuidado por mantenerla entre nosotros. Y esto no puede hacerse a menos que olvidemos muchas ofensas y ejercitemos la tolerancia mutua. (255)

Sin embargo, como la paz no se puede mantener con los impíos, excepto con la condición de aprobar sus vicios y maldad, el Apóstol agrega de inmediato, que la santidad debe seguirse junto con la paz; como si nos recomendara la paz con esta excepción, que no se debe permitir que la amistad de los impíos nos contamine o contamine; porque la santidad tiene un especial respeto por Dios. Aunque entonces todo el mundo fue llevado a una guerra abrasadora, la santidad no debe ser abandonada, porque es el vínculo de nuestra unión con Dios. En resumen, conservemos discretamente la concordia con los hombres, pero solo, según el proverbio, hasta donde la conciencia lo permita.

Él declara que sin santidad nadie verá al Señor; porque sin otros ojos veremos a Dios que los que han sido renovados después de su imagen.

Pero este esfuerzo extenuante en cuanto a la paz debe extenderse a la santidad; no castidad, como Crisóstomo y algunos otros padres han imaginado, sino santidad en su sentido más amplio, pureza de corazón y vida, santidad universal. La palabra ἁγιασμὸς de hecho se toma en un sentido limitado y se traduce como "santificación" 1 Tesalonicenses 4:3, y puede expresarse aquí como en aquellos lugares donde evidentemente significa santidad universalmente, 1 Corintios 1:30; 2 Tesalonicenses 2:13, 1 Pedro 1:2. El artículo se presenta ante él para mostrar su conexión con lo que sigue, "y la (o esa) santidad, sin la cual nadie verá al Señor". - Ed

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