Mateo 7:7

I. Nuestro Señor nos manda aquí a orar; y nos asegura que no oraremos en vano. De hecho, no se sigue que Dios concederá todo lo que decidamos pedir; porque hay algunas cosas que, sin irreverencia, podemos decir verdaderamente, le es imposible otorgar. Pero las palabras de nuestro Señor implican que la oración no solo es eficaz para producir un estado de ánimo devoto, sino también para asegurar, hasta cierto punto, el objeto de nuestras peticiones. "La oración ferviente y eficaz del justo vale mucho". Pero

II. Para la perfecta certeza de nuestras mentes sobre este tema, debemos recordar que toda esta cuestión se basa en la Paternidad de Dios; ya menos que nos aferremos a eso, la gracia y la verdad de las palabras de nuestro Señor aquí pronto desaparecerán de nuestras mentes. Porque a menos que vayamos en la fe y el amor de los hijos a su Padre, también podríamos ser mudos, como el ateo sin oración, que sostiene que el trono del cielo está vacío e impotente, como de hecho lo es virtualmente si no hubiera un Padre. allí para escucharnos.

III. Si bien la oración es tan eficaz porque se hace a un Padre que se siente con nosotros y está dispuesto a ayudarnos, no debemos suponer que todo lo que le pedimos nos será dado, ni debemos murmurar cuando nuestras peticiones son rechazadas. Es bueno pedirle, pero no dictarle. No negará nada bueno a los que le temen, pero entonces sabe mejor que nosotros lo que es bueno dar; ya veces, la mejor respuesta a nuestras solicitudes es, en realidad, negarlas.

Somos como niños aquí, ignorantes de las cualidades reales de muchas cosas, tomados por el brillo de los demás, y lo suficientemente probable como para pedir una bendición lo que estaría lejos de ser una bendición. Por lo tanto, nos corresponde siempre educar nuestro corazón para decir: "No como queramos, sino como Tú".

IV. Para ser eficaces, nuestras oraciones deben ser reales; pero para la máxima eficacia, deben ser tanto reales como espirituales. Dios les dará el Espíritu Santo a los que le pidan. No le dará nada más en respuesta a esa petición; porque eso es una bendición que nunca puede faltar.

WC Smith, El Sermón del Monte, pág. 256.

Referencias: Mateo 7:7 . Parker, Vida interior de Cristo, vol. i., pág. 245. Mateo 7:7 . J. Oswald Dykes, El Manifiesto del Rey, p. 551. Mateo 7:8 . S. Cox, Exposiciones, vol. iv., pág. 60.

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