Salmo 68:30

Dios ha ordenado y sancionado la guerra. Pero a Dios no le agrada la guerra. Utiliza la guerra como instrumento y agente. Pero así como no se complace en la muerte de un pecador, aunque mata al impío, tampoco Dios se deleita en la guerra.

I. Marque, en primer lugar, ciertos personajes que se deleitan con la guerra. (1) Hombres pendencieros, amantes de las luchas y conflictos de la guerra, y de la excitación que traen consigo esas luchas y conflictos; (2) hombres inquietos, cansados ​​de la misma tranquilidad y reposo de la paz; (3) hombres oficiosos, que se deleitan en entrometerse en conflictos que no les pertenecen, y que están dispuestos a transmitir sus opiniones mediante la guerra; (4) hombres ambiciosos; (5) hombres crueles; (6) hombres orgullosos y vengativos, y en general todos los que no consideran a la humanidad como hijos de un Padre en el cielo y adoptan la ley del amor como regla.

II. La naturaleza y los resultados de la guerra bien pueden llevarnos a desaprobarla. (1) Piense en los sentimientos que deben excitarse entre hombre y hombre antes de que se pueda declarar la guerra, y mientras la guerra continúa. (2) Mira la lucha real. "Cada batalla del guerrero es con ruido confuso y vestimentas manchadas de sangre". (3) Reflexione sobre todo lo que está involucrado en la lucha. (4) Las cuestiones de la guerra, si deciden el poder, nunca pueden, por sí solas, determinar el derecho. De modo que en todo terreno estamos obligados, como cristianos, a orar: "Esparce al pueblo que se complace en la guerra".

III. ¿Por qué deberíamos orar así? Porque solo Dios puede prevenir la guerra. El amor de Dios evitará la guerra, el amor de Cristo y el amor de unos a otros. Hasta que todo el deleite en la guerra sea destruido, solo Dios puede prevenirlo dispersando a los que se deleitan en la guerra.

S. Martin, Púlpito de la Capilla de Westminster, No. 9.

Referencias: Salmo 68 JG Murphy, The Book of Daniel, p. 47. Salmo 69:2 . Expositor, tercera serie, vol. v., pág. 360. Salmo 69:10 . J. Keble, Sermones de Semana Santa, p.

77. Salmo 69:14 . Spurgeon, Sermons, vol. xi., núm. 631. Salmo 69:20 . T. Armitage, Christian World Pulpit, vol. i., pág. 323.

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