Santiago 2:26

Justificación por la fe.

I. La justificación por la fe es de hecho una doctrina que pertenece necesariamente a toda religión verdadera, y no solo a la religión cristiana. Los hombres hablan a veces como si el Evangelio hubiera introducido un método de salvación que no es la consumación y perfección de todo lo que sucedió antes, sino un método totalmente opuesto a él, como si Abraham y los patriarcas entraran al cielo por una puerta muy diferente a la de S. Paul y los miembros de la Iglesia cristiana.

Pero el Nuevo Testamento enseña de manera diferente. San Pablo repudia por completo la noción de haber invalidado la ley por la doctrina de la fe; muestra que el principio que justificó a Abraham era idéntico al que predica como el principio de la justificación cristiana, una conclusión que es confirmada por la expresión del Antiguo Testamento de que "Abraham creyó a Dios, y" (es decir, su fe ) "fue le fue contado por justicia.

"Si quisiera una confirmación independiente de la doctrina de la justificación por la fe de San Pablo, la buscaría en la confesión de cualquier hombre cuya conciencia espiritual estuviera ligeramente despierta y que buscara, de rodillas ante Dios, alguna comunicación de la Divinidad. vida; y estoy seguro de que la seriedad con la que tal hombre imploraría ayuda de arriba demostraría suficientemente que ninguna obra del hombre puede establecer esa unión con Dios que es la vida del alma humana.

II. Cuando San Pablo escribió con tanta sinceridad, no era por la fe misma por lo que estaba luchando sino por la fe en el Señor Jesucristo en oposición a la fe mostrada de cualquier otra manera. ¿Quién dirá que antepone la fe a las obras? Nunca hizo la comparación en absoluto. Simplemente señaló a Cristo como el camino al Padre y, por lo tanto, a la unión con Cristo, o la fe en Él, como el único medio concebible de producir fruto para alabanza y gloria de Dios.

Harvey Goodwin, Parish Sermons, vol. ii., pág. 198.

Referencias: Santiago 3:1 . Homiletic Quarterly, vol. ii., pág. 188. Santiago 3:2 . J. Keble, Sermones para Navidad y Epifanía, pág. 483; JH Thom, Leyes de la vida, vol. i., pág. 266; HW Beecher, Christian World Pulpit, vol.

xv., pág. 301. Santiago 3:4 . F. Wagstaff, ibíd., Vol. xxii., pág. 170. Santiago 3:5 . JF Haynes, Ibíd., Vol. xviii., pág. 54; Ibíd., Vol. ii., pág. 182; Homilista, segunda serie, vol. ii., pág. 173. Santiago 3:8 . D. Burns, Christian World Pulpit, vol. xv., pág. 101; Revista del clérigo, vol. i., pág. 51.

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