Zacarías 6:13

I. La verdadera esperanza del mundo es un sacerdote. La idea del sacerdocio es universal. Ha sido distorsionado y abusado; se ha convertido en el fundamento de la tiranía espiritual. El cura no ha sido el maestro ni el elevador del pueblo. En todo el mundo ha sido el aliado de la opresión y la oscuridad; ha obstaculizado y restringido el progreso social e intelectual. Y sin embargo, a pesar de todo esto, allí está el oficio, y dondequiera que vayan los hombres, por alguna extraña perversidad, se llevan esta idea y eligen entre ellos a quienes, dotados de una especie de pureza ceremonial y simbólica, desempeñará para sus hermanos el doble oficio de representarlos ante Dios y de representar a Dios ante ellos. Eso es lo que el mundo quiere decir, con absoluta y entera unanimidad, por un sacerdote que será sacrificador, intercesor,

¿Cuál es el sacerdote que los hombres anhelan? (1) El primer requisito es la unidad con aquellos a quienes Él representa. Tenemos un sacerdote que "en todo es semejante a sus hermanos". (2) Como en naturaleza y carácter, así en función, Cristo corresponde a las necesidades ampliamente expresadas de los hombres, como se muestra en sus sacerdocios.

II. El sacerdote del mundo es el Rey de los hombres. (1) Él gobierna. "El reino de Cristo" no es una frase caprichosa. (2) El fundamento de Su gobierno es Su sacrificio. (3) Su gobierno se ejerce con mansedumbre.

III. El Sacerdote-Rey de los hombres edifica entre los hombres el templo de Dios. (1) Cristo mismo es el verdadero templo de Dios. (2) Cristo construye el templo. Por la fe, el alma individual se convierte en la morada de Dios, y en nuestros espíritus profanados llega el Rey de la Gloria. (3) Cristo construye este templo porque Él es el templo. Por su encarnación y obra, hace posible nuestra comunión con Dios y la morada de Dios en nosotros.

Por su muerte y sacrificio, atrae a los hombres hacia él y los mezcla en una unidad viva. Por el don de su Espíritu y su vida, santifica su voluntad y los hace partícipes de su semejanza; para que, viniendo a Él, también seamos edificados una casa espiritual. (4) Cristo construye el templo y nos usa como sus siervos en la obra.

A. Maclaren, Sermones predicados en Manchester; Segunda serie, pág. 310.

Referencias: Zacarías 6:13 . Spurgeon, Sermons, vol. iv., núm. 191; vol. xxv., núm. 1495; Ibíd., Morning by Morning, pág. 174. Zacarías 7:1 . W. Lindsay Alexander, Revista homilética, vol. vii., pág. 105. Zacarías 7:3 .

A. Mursell, Christian World Pulpit, vol. xix., pág. 353. Zacarías 7:5 ; Zacarías 7:6 . Spurgeon, Sermons, vol. viii .. Nº 438; Ibid., My Sermon Notes: Ecclesiates to Malachi, pág. 368. Zacarías 7 ; Zacarías 8 Expositor, 3ra serie, vol. iv., pág. 216.

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