Hechos 10:1 . Cornelius, un centurión. La persona a quien se envía a San Pedro para predicar el evangelio se describe por su nombre, Cornelio. Por su oficio, soldado. Por su religión, prosélito o gentil convertido. De estos había dos tipos; algunos eran prosélitos del pacto, es decir, los gentiles que se sometían a la circuncisión y toda la pedagogía mosaica.

Estos fueron contados como judíos y se conversó libremente con ellos como tales. Otros fueron llamados prosélitos de la puerta; éstos no estaban circuncidados, ni se ajustaban a los ritos mosaicos, sino que estaban obligados únicamente a cumplir los siete preceptos de Noé; es decir, adorar al Dios verdadero y no a los ídolos; abstenerse de sangre, de fornicación, de robo; para administrar justicia imparcialmente, y hacer lo que se les hiciera.

Un prosélito como éste, los judíos no conversarían con los gentiles, sino que los considerarían inmundos; y tal era este Cornelio. Pero aunque era un gentil, aunque un soldado, un oficial comisionado, era un hombre piadoso, caritativo y bueno. En todas las naciones, en todos los lugares, de todos los empleos, Dios tiene un número de personas santas y bondadosas, para honrarlo en el mundo, de acuerdo con la medida actual de luz recibida de él.

La evidencia que dio Cornelio de su estado y condición religiosos. Él “temió a Dios con toda su casa, dio mucha limosna y oró a Dios siempre”. Por tanto, Cornelio era realmente, porque relativamente, religioso. Obliga a su familia a temer a Dios y a él mismo. Como Abraham, él manda a su casa después de él, que guarde el camino del Señor. Génesis 18:19, 1 Timoteo 1:5 ; 1 Timoteo 6:4 ; Tito 3:9 .

Los ministros deben alimentar al rebaño y llevarlo a pastos verdes. Un predicador que sigue el sentido común seguirá la naturaleza, predicará con sencillez y tratará de copiar todo lo que debe pasar entre el cielo y el alma. Esta es la manera de ser útil y recuperar a los que se han descarriado.

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