He aquí, me has echado hoy de la faz de la tierra; y de tu rostro me esconderé; y seré un fugitivo y un vagabundo en la tierra; y sucederá que todo el que me hallare me matará.

Ver. 14. De la faz de la tierra. ] Es decir, de esta tierra, este país, la familia de mi padre; que en las siguientes palabras llama el rostro de Dios, el lugar de su culto público, del cual Caín fue justamente excomulgado aquí. Y seguramente la aflicción de San Judas recaerá sobre todos aquellos que, siguiendo el camino de Caín, y no dispuestos a oír hablar de sus malos caminos, voluntariamente se ausentan de la poderosa predicación de la palabra.

Los que no oyen la palabra, oirán la vara. Miq 6: 9 Sí, una espada traspasará sus almas, como lo hizo Caín aquí; en quien se cumplió la de Elifaz; - "Un sonido espantoso llegó a sus oídos, no sea que en su prosperidad le sobrevenga el destructor. No creyó que volvería de las tinieblas, y es aguardado por la espada". Trabajo 15: 21-22

Todo el que me encuentre me matará. ] ¡ Quam male est extra legem viventibus! quicquid meruerunt semper expectante. Un cerdo gordo grita horriblemente, aunque sea tocado o entrometido, como sabiendo que le deben la vida a los que se la quitarán. Tiberio sintió el remordimiento de conciencia tan violento, que protestó ante el Senado, que sufría la muerte a diario; con lo cual Tácito hace esta buena nota, Tandem facinora et flagitia in supplicium vertuntur.

Así como cada cuerpo tiene su propia sombra, así cada pecado tiene su castigo. Y aunque escapan del látigo de la ley, sin embargo, "la venganza no les permitirá vivir", Hechos 28: 4, como los bárbaros censuraron precipitadamente a San Pablo, - vivir tranquilamente al menos. Ricardo III., Después del asesinato de sus dos sobrinos inocentes, tuvo sueños y visiones espantosos; de tal manera que muchas veces saltaba de su cama en la oscuridad, y agarrando su espada, la cual, siempre desnuda, clavada a su costado, iba distraído por la habitación, buscando por todas partes la causa de su propia inquietud ocasionada.

b Polidor Virgil escribe así de su sueño esa noche ante Bosworth Field, donde fue asesinado, que pensó que todos los demonios en el infierno lo jalaban y lo saludaban en las formas más horribles y horribles; y concluye por fin: "No creo que haya sido tanto su sueño como su mala conciencia lo que engendró esos terrores". Es tan apropiado que el pecado suscite temores en el alma, como que la carne y la madera podridas engendren gusanos.

Ese gusano que nunca muere se cría aquí en la espuma de las lujurias inmundas y de los cursos fétidos, y yace royendo y escarbando en el interior de los hombres, muchas veces en la rufa de toda su alegría. Esto hace que Saulo pida un juglar, Belsasar para sus copas de juerga, Caín para sus obreros para construirle una ciudad, otros para otras drogas del diablo, para poner en los dolores de sus espíritus heridos y sus conciencias palpitantes.

Carlos IX, después de la masacre de Francia, nunca pudo soportar que lo despertaran en la noche sin música, o alguna diversión parecida; se volvió tan terrible para sí mismo como antes lo había sido para los demás. c Pero sobre todo, me compadezco de la pérdida de sus almas, que se sirven como jesuitas en Lancashire, seguidos de uno que encontró su guante, con ganas de devolvérselo. Pero perseguido interiormente con una conciencia culpable, salta un seto, se sumerge en un pozo profundo detrás de él, invisible e impensable, en el que se ahogó. D

un Petron.

b Crónicas de Daniel . Continuado por Trussel , 249.

c Thuan. lib. lvii.

d Sermón de M. Ward.

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