Salvo que el Espíritu Santo testifique en cada ciudad, diciendo que las cadenas y las aflicciones permanecen en mí.

Ver. 23. Vínculos y aflicciones permanezcan en mí ] Ningún ministro fiel sueñe con un manjar, ni piense con discreción alguna para evitar la aflicción, sino que esté dispuesto, como buen soldado de Jesucristo, a sufrir penurias. Predicar no es otra cosa que derivar sobre sí mismo el odio y la rabia de los hombres sin gracia, dice Lutero.

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