¿Qué debo llevar para que te atestigües? ¿Qué te compararé, hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaré para consolarte, virgen hija de Sion? Porque grande es tu ruptura como el mar: ¿quién te sanará?

Ver. 13. ¿Qué debo tomar para testificar por ti? ] qd, Tú eres tal espejo de los duros juicios de Dios, que no sé de dónde tomar prestados argumentos, ni dónde encontrar ejemplos para tu consuelo, tan incomparable es tu miseria. Supera la de los egipcios bajo Moisés, de los cananeos bajo Josué, de los filisteos bajo David, de los hebreos bajo Elí, etc. Incluso es imparable e inexpresable. Solo tengo un símil para exponerlo, y es este:

Grande es tu brecha como el mar. ] Hasta donde el mar sobrepasa los ríos, así tu calamidad sobrepasa la de otras naciones.

¿Quién te puede curar? ] Nadie más que un médico todopoderoso. Ciertamente, a juicio del hombre, tu contusión es incurable y tu herida grave. Jeremías 30:12

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