Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.

Ver. 20. Pero el Espíritu de tu Padre ] que toma prestada tu boca para el presente, para hablar. Él es quien forma tus discursos para ti, te los dicta, te llena de materia y te provee de palabras. No temas, pues, tu descortesía al responder. No hay boca en la que Dios no pueda poner palabras; ¡y cuántas veces escoge al débil y al ignorante para confundir al sabio y al poderoso, como hizo con el asno de Balaam para desafiar a su señor!

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