No penséis que he venido a enviar paz a la tierra: no he venido a enviar paz, sino espada.

Ver. 34. No penséis que vine a mandar la paz ] La paz es doble, temporis et pectoris, de patria y de conciencia. Este último es el legado de Cristo, y los santos están seguros de ello. Pero las primeras raras veces las encuentran aquí; "En el mundo tendréis problemas", dice nuestro Salvador. ¿Deberíamos buscar fuego para saciar nuestra sed? dice un mártir: y tan pronto los verdaderos siervos de Dios encontrarán paz y favor bajo el regimiento de Cristo.

Este mundo es para los santos como el mar llamado Pacífico, que el cual no hay nada más turbulento y tumultuoso; o como el Estrecho de Magallanes, donde, por dondequiera que un hombre se desvíe, seguramente tendrá el viento en su contra.

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