13-17 Con toda esta evidencia, es justo que creamos en el nombre del Hijo de Dios. Los creyentes tienen vida eterna en el pacto del evangelio. Entonces recibamos agradecidos el registro de las Escrituras. Siempre abundando en la obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo no es en vano en el Señor. El Señor Cristo nos invita a acudir a él en toda circunstancia, con nuestras súplicas y peticiones, a pesar del pecado que nos asedia. Nuestras oraciones deben ser siempre ofrecidas en sumisión a la voluntad de Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente; en otras son concedidas de la mejor manera, aunque no como se pide. Debemos orar por los demás, así como por nosotros mismos. Hay pecados que atentan contra la vida espiritual en el alma, y la vida de arriba. No podemos orar para que los pecados de los impenitentes e incrédulos les sean perdonados mientras lo sean, ni para que se les conceda la misericordia, que supone el perdón de los pecados, mientras los sigan cometiendo voluntariamente. Pero podemos orar para que se arrepientan, para que se enriquezcan con la fe en Cristo, y en consecuencia para que se les concedan todas las demás misericordias salvadoras. Debemos orar por otros, así como por nosotros mismos, suplicando al Señor que perdone y recupere a los caídos, así como que alivie a los tentados y afligidos. Y agradezcamos de verdad que ningún pecado, del que alguien se arrepienta de verdad, es para la muerte.

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