18-21 Toda la humanidad está dividida en dos partes o dominios: la que pertenece a Dios y la que pertenece al malvado. Los verdaderos creyentes pertenecen a Dios: son de Dios, y de él, y para él, mientras que el resto, el mayor número, está en poder del malvado; hacen sus obras y apoyan su causa. Esta declaración general incluye a todos los incrédulos, cualquiera que sea su profesión, posición o situación, o cualquier nombre que se les dé. El Hijo conduce a los creyentes al Padre, y ellos están en el amor y el favor de ambos; en unión con ambos, por la morada y la obra del Espíritu Santo. Dichosos aquellos a los que les es dado saber que el Hijo de Dios ha venido, y tener un corazón que confía y se apoya en él, que es verdadero. Que éste sea nuestro privilegio; así seremos guardados de todos los ídolos y falsas doctrinas, y del amor idólatra de los objetos mundanos, y seremos guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para la salvación eterna. A este Dios vivo y verdadero, sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

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