11-13 La oración es un culto religioso, y todo culto religioso se debe sólo a Dios. La oración debe ofrecerse a Dios como nuestro Padre. La oración no sólo debe ofrecerse en nombre de Cristo, sino que debe ofrecerse a Cristo mismo, como nuestro Señor y nuestro Salvador. Reconozcamos a Dios en todos nuestros caminos, y él dirigirá nuestras sendas. El amor mutuo se exige a todos los cristianos. Y el amor es de Dios, y cumple tanto el Evangelio como la ley. Necesitamos las influencias del Espíritu para nuestro crecimiento en la gracia; y la manera de obtenerlas es la oración. La santidad se requiere de todos los que quieren ir al cielo; y debemos actuar de manera que no contradigamos la profesión que hacemos de santidad. El Señor Jesús vendrá ciertamente en su gloria; sus santos vendrán con él. Entonces aparecerá tanto la excelencia como la necesidad de la santidad; y sin ella ningún corazón se establecerá en aquel día, ni nadie evitará la condenación.

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