14-19 El privilegio de los santos es que son hechos partícipes de Cristo, es decir, del Espíritu, de la naturaleza, las gracias, la justicia y la vida de Cristo; están interesados en todo lo que Cristo es, en todo lo que ha hecho o hará. El mismo espíritu con el que los cristianos se inician en los caminos de Dios, deben mantenerlo hasta el final. La perseverancia en la fe es la mejor prueba de la sinceridad de nuestra fe. Oír la palabra con frecuencia es un medio de salvación, pero si no se le presta atención, se expondrá más a la ira divina. La felicidad de ser partícipes de Cristo y de su completa salvación, y el temor a la ira de Dios y a la miseria eterna, deben estimularnos a perseverar en la vida de fe obediente. Guardémonos de confiar en privilegios o profesiones externas, y oremos para ser contados con los verdaderos creyentes que entran en el cielo, cuando todos los demás fracasan a causa de la incredulidad. Así como nuestra obediencia sigue según el poder de nuestra fe, así nuestros pecados y falta de cuidado son según el predominio de la incredulidad en nosotros.

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