19-28 Ved cuán inquieto era el furor de los judíos contra el evangelio de Cristo. El pueblo apedreó a Pablo, en un tumulto popular. Tan fuerte es la inclinación del corazón corrupto y carnal, que así como es con gran dificultad que los hombres se apartan del mal por un lado, así es con gran facilidad que son persuadidos al mal por el otro lado. Si Pablo hubiera sido Mercurio, podría haber sido adorado; pero si fuera un fiel ministro de Cristo, sería apedreado y expulsado de la ciudad. Así los hombres que fácilmente se someten a fuertes engaños, odian recibir la verdad en el amor de ella. Todos los que se convierten necesitan ser confirmados en la fe; todos los que son plantados necesitan ser arraigados. La obra de los ministros consiste en establecer a los santos, así como en despertar a los pecadores. La gracia de Dios, y nada menos, establece eficazmente las almas de los discípulos. Es cierto que debemos contar con mucha tribulación, pero es un estímulo para no perdernos ni perecer en ella. La Persona a cuyo poder y gracia se encomienda a los convertidos y a las iglesias recién establecidas, era claramente el Señor Jesús, "en quien habían creído". Era un acto de adoración. La alabanza de todo el poco bien que hacemos en cualquier momento, debe atribuirse a Dios; porque es Él quien no sólo obra en nosotros tanto para querer como para hacer, sino que también obra con nosotros para que lo que hacemos tenga éxito. Todos los que aman al Señor Jesús, se alegrarán al saber que ha abierto la puerta de la fe de par en par, a los que eran extraños a él y a su salvación. Y nosotros, como los apóstoles, permanezcamos con los que conocen y aman al Señor.

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