Orando siempre - En todo momento y en cada ocasión, en medio de todos los trabajos, orando interiormente sin cesar. Por el Espíritu: por la influencia del Espíritu Santo. Con toda oración - Con todo tipo de oración, pública, privada, mental, vocal. Algunos son cuidadosos con respecto a un tipo de oración y negligentes en otros. Si queremos las peticiones que pedimos, usemos todas. Hay quienes usan sólo la oración mental o las exclamaciones, y piensan que están en estado de gracia, y usan una forma de adoración, muy superior a cualquier otra: pero esos solo se imaginan que están por encima de lo que realmente está por encima de ellos; se requiere mucha más gracia para poder derramar una oración ferviente y continua, que para ofrecer aspiraciones mentales.

Y súplica: repitiendo e instando nuestra oración, como lo hizo Cristo en el huerto. Y observando: atendiendo interiormente a Dios, para conocer su voluntad, para ganar poder para hacerla y para alcanzar las bendiciones que deseamos. Con toda perseverancia - Continuando hasta el final en este santo ejercicio. Y súplica por todos los santos - Luchando en ferviente y continua intercesión por los demás, especialmente por los fieles, para que hagan toda la voluntad de Dios y sean firmes hasta el fin. Quizás recibamos pocas respuestas a la oración, porque no intercedemos lo suficiente por los demás.

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