Porque es Dios, solo Dios, quien está contigo, aunque yo no. Que obra en ti según su beneplácito, no por ningún mérito tuyo. Sin embargo, sus influencias no deben reemplazar, sino alentar, nuestros propios esfuerzos. Trabaja en tu propia salvación: este es nuestro deber. Porque Dios es el que obra en ti: aquí está nuestro ánimo. ¡Y, oh, qué glorioso estímulo tener el brazo de la Omnipotencia extendido para nuestro apoyo y nuestro socorro!

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