Y ser hallado por Dios injertado en él, sin tener mi propia justicia, que es de la ley, la justicia meramente externa prescrita por la ley, y realizada por mis propias fuerzas. Pero la justicia interior que es por la fe, que no puede fluir de ninguna otra fuente. La justicia que viene de Dios, de su Espíritu todopoderoso, no por mi propia fuerza, sino por la fe solamente. Aquí también el apóstol está lejos de hablar solamente de la justificación.

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