Asimismo, el Espíritu; no solo el universo, no solo los hijos de Dios, sino también el Espíritu de Dios mismo, por así decirlo, gime mientras ayuda en nuestras debilidades o flaquezas. Nuestro entendimiento es débil, particularmente en las cosas de Dios, nuestros deseos son débiles; nuestras oraciones son débiles. No sabemos, muchas veces. Por qué debemos orar - Mucho menos podemos orar por ello como deberíamos: pero el Espíritu intercede por nosotros - En nuestros corazones, como lo hace Cristo en el cielo. Con gemidos, cuya materia proviene de nosotros mismos, pero el Espíritu los forma; y con frecuencia son inexpresables, incluso por los propios fieles.

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