(24) Asimismo, también el Espíritu (g) ​​ayuda en nuestras debilidades, porque no sabemos lo que debemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

(24) En séptimo lugar, no hay por qué desmayarnos bajo el peso de las aflicciones, viendo que las oraciones nos ministran una ayuda segura, que no se puede frustrar, ya que proceden del Espíritu de Dios que habita en nosotros.

(g) Soporta nuestra carga, por así decirlo, de modo que no desmayamos bajo ella.

(h) Nos incita a orar y nos dice, por así decirlo, lo que diremos y cómo hablaremos.

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