No hay maldad, sino toda buena dádiva: todo lo que tiende a la santidad. Y cada regalo perfecto: todo lo que tiende a la gloria. Descendiente del Padre de las luces - El apelativo de Padre se usa aquí con peculiar propiedad. A continuación, "él nos engendró". Él es el Padre de toda luz, material o espiritual, en el reino de gracia y de gloria. Con quien no hay mudanza - Ningún cambio en su entendimiento.

O sombra de giro - en su voluntad. Infaliblemente discierne todo lo bueno y lo malo; e invariablemente ama a uno y odia al otro. Hay, en ambas palabras griegas, una metáfora tomada de las estrellas, particularmente apropiada cuando se menciona al Padre de las luces. Ambos son aplicables a cualquier cuerpo celeste, que tiene una vicisitud diaria de día y noche, y a veces días más largos, a veces noches más largas. En Dios no hay nada de este tipo. Él es mera luz. Si existe tal vicisitud, es en nosotros, no en él.

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